miércoles, 19 de septiembre de 2012

ATADURAS


Cuento
Por Jorge Bucay


Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de ellos eran los males. Me llamaba especialmente la atención el elefante. Durante la función, hacía gala de un tamaño, un peso y una fuerza descomunales...


Pero después de la actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba sus patas.

Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y aunque la madera era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.

El misterio sigue pareciéndome evidente ¿Qué lo sujeta entonces? ¿Por qué no huye? Cuando era niño, yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces por el misterio del elefante... Alguno de ellos  me explicó que el elefante no huía porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia: "si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?"

"El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño"



Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca: era demasiado dura para el.
Imaginé que se dormía agotado y al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día y al otro... Hasta que un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

"Ese elefante enorme y poderoso  que vemos en el circo no escapa, porque, pobre, cree que no puede" Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo.  Jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.

Todos somos un poco como el elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas QUE NOS RESTAN LIBERTAD.

Vivimos pensando que "no podemos" hacer montones de cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo lo intentamos y no lo conseguimos.



Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje: No puedo, no puedo y nunca podré.

Hemos crecido llevando este mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca.

Cuando, a veces, sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas,   miramos de reojo la estaca y pensamos: "No puedo y nunca podré" Pero eso no es verdad.

La  única  manera  de  saber  si  podemos, ES  INTENTANDOLO  DE  NUEVO    poniendo en ello . . .   ¡¡¡ TODO NUESTRO CORAZÓN !!!

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